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¿Existen perfiles metabólicos distintos en niños/as con TDAH? Nuestroúltimo estudio indica que sí


Una de las líneas de investigación de nuestro grupo defiende que el TDAH no es un trastorno homogéneo, sino un conjunto de presentaciones clínicas diversas, tanto a nivel conductual como neuropsicológico. En un estudio previo, nuestra compañera Pilar Fernández identificó cinco perfiles diferenciados de atención e impulsividad en menores con y sin TDAH, utilizando un test de ejecución continua en realidad virtual(ver aquí).


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Lo más relevante es que estos perfiles funcionales no se corresponden con los

subtipos clínicos tradicionales del TDAH (inatento, hiperactivo-impulsivo o combinado).


Esta disociación entre perfiles conductuales y categorías diagnósticas refuerza la necesidad de replantear la clasificación del TDAH desde una perspectiva más centrada en los mecanismos subyacentes, que permita captar mejor la variabilidad individual y orientar la intervención de forma más precisa y personalizada.


Por ello, a partir de estos resultados nos preguntamos, ¿podríamos replicar estos

perfiles? Y en tal caso, ¿estos perfiles conductuales se reflejan también a nivel

biológico? ¿podemos ir más allá del diagnóstico clínico tradicional para identificar subgrupos con características neurobiológicas propias?


En nuestro último estudio, recién publicado en NMR in Biomedicine (ver aquí), nos hemos acercado a esta cuestión analizando el perfil metabolómico de menores con y sin TDAH.


¿Qué hicimos?

Contamos con la participación de 83 niños y niñas en edad escolar, de los cuales 37 tenían un diagnóstico clínico de TDAH y 46 presentan un desarrollo normotípico. A todos ellos les administramos un test de ejecución continua en realidad virtual (llamado “AULA” porque recrea una clase escolar), que permite medir con precisión distintos aspectos del funcionamiento atencional: errores por omisión, errores por comisión, tiempo de reacción, variabilidad en las respuestas y actividad motora.


Además, recogimos muestras de orina de todos los participantes y analizamos su composición utilizando técnicas de metabolómica basada en espectroscopía de resonancia magnética nuclear (¹HNMR), en colaboración con el laboratorio de metabolómica de la Universidad de Almería. Nuestro objetivo era comprobar si los patrones metabólicos diferían entre los perfiles atencionales previamente identificados.


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¿Qué encontramos?

De nuevo, los análisis confirmaron la existencia de cinco perfiles distintos de funcionamiento atencional, que no coincidían exactamente con los diagnósticos clínicos. De forma consistente con nuestro trabajo previo, encontramos dos subgrupos clínicamente relevantes dentro del TDAH:


  • Un grupo con dificultades especialmente marcadas en inhibición de respuestas (al que llamamos ADHDIMP, por su impulsividad),

  • Y otro con problemas mantenidos por enlentecimiento a la hora de responder (el grupo ADHDSP).


Ambos presentaban síntomas prototípicos de TDAH (dificultades de concentración, tendencia a la distracción, alta actividad motora), pero con patrones de ejecución totalmente distintos.


¿Pueden estas diferencias reflejarse también en el metabolismo? La respuesta fue sí.


El grupo impulsivo (ADHDIMP) mostró un perfil metabólico urinario específico, distinto al de los otros grupos. En concreto, encontramos alteraciones en metabolitos vinculados a la microbiota intestinal (como el 3indoxilsulfato), al metabolismo energético (como la creatina, creatinina y 3metil2oxovalerato) y a procesos de estrés oxidativo (como la pseudouridina o la trigonelina). Estos resultados sugieren que algunos patrones de desregulación cognitiva y conductual podrían estar relacionados con procesos biológicos medibles, lo que abre la puerta a nuevas formas de entender y abordar el TDAH desde una perspectiva más integradora.


¿Por qué es relevante?

Este estudio refuerza la idea de que necesitamos ir más allá de las etiquetas diagnósticas tradicionales y centrarnos en mecanismos transdiagnósticos. En lugar de preguntarnos si un niño/a tiene o no TDAH, quizás deberíamos empezar a preguntarnos qué tipo de perfil de atención presenta, qué mecanismos motivacionales y biológicos subyacen a su comportamiento, y cómo podemos adaptar la intervención a esas características específicas.


Desde nuestro grupo, creemos que el futuro del diagnóstico y la intervención pasa por este enfoque más dimensional y personalizado. La metabolómica nos ofrece una herramienta poderosa para identificar posibles biomarcadores que ayuden no solo a comprender mejor los trastornos del neurodesarrollo, sino también a diseñar estrategias de intervención más ajustadas a las necesidades reales de cada niño o niña.


Este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración entre investigadores de distintas disciplinas, y queremos agradecer especialmente a las familias que participaron, al laboratorio de metabolómica de la Universidad de Almería, al equipo clínico de la Clínica Imparables y a las orientadoras de los centros educativos de la ciudad que se han involucrado.



 
 
 

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